martes, 25 de marzo de 2014

Fabricación personal

De vez en cuando surge una tecnología que cambia el mundo de forma irreversible y esto está a punto de ocurrir de nuevo. Estamos viviendo los albores de una nueva era aunque aún no nos hemos dado cuenta, y parece los que lo han hecho intentarán retrasarlo a toda costa. Pero no hay problema, una característica fundamental de las tecnologías disruptivas es que son imparables.

Supongo que a estas alturas ya he despertado tu curiosidad ¿Cual es esa nueva tecnología que va a cambiar el mundo? Pues muy sencillo, la impresión 3D. A pesar de lo que el cine nos ha prometido, la tecnología estrella del siglo XXI no serán los viajes espaciales (al menos por ahora), si no la impresión de sólidos en 3 dimensiones.


Como suele ocurrir, para ver las cosas más claras necesitamos un poco de perspectiva. Retrocedamos un poco hasta los inicios de lo que se ha venido en llamar la segunda revolución industrial, ¿Cual fue el hito que marco sus inicios? Pues ni más ni menos que la invención de la cadena de montaje, que simplificado no es más que una larga hilera de trabajadores que ejecutando repetidamente pasos sencillos, cada cual uno distinto, consiguen completar un producto complejo que todo el mundo desea. Este sistema de producción empezó allá por 1901, cuando el señor Ramsom Elis Olds (aunque la historia más extendida le atribuye el mérito a Henry Ford) decidió fabricar automóviles más asequibles que los existentes por aquel entonces, de fabricación artesanal. Si analizamos un poco más en profundidad el porqué de del surgimiento de esta idea se nos plantean dos causas claras.

La primera realidad que los fabricantes de automóviles tuvieron que asumir por aquel entonces era que la disponibilidad de mano de obra especializada, capaz de diseñar y fabricar un automóvil completo, era muy escasa. En cambio era muy sencillo encontrar trabajadores que fuesen capaces de memorizar unos pasos sencillos y repetirlos durante horas y horas en jornadas de trabajo interminables. Muchas cosas han cambiado desde entonces, sobre todo en cuanto a la posibilidad de automatización de estos procesos. Pero la industria siempre ha sido capaz de encontrar nuevas zonas del mundo en las que conseguir mano de obra barata. Y aunque una máquina hoy en día pueda hacer lo mismo de forma mucho más eficiente, la inversión necesaria siempre es muy inferior con el trabajo manual. Que se lo pregunten si no a los habitantes de la otrora joya de la economía americana. Que seguramente en su día consideraron graciosa la localización de una película de Paul Verhoeven de los 80 que ha resultado ser profética, Robocop. Obviamente no en cuanto a los ciborgs policía, pero si en cuanto al negro destino de la ciudad de Detroit.

Pero aún hay otra premisa, la más importante, de la que siempre nos olvidamos a la hora de evaluar este tema. Tal vez porque tenemos la idea tan metida en la cabeza que ni siquiera nos la planteamos, y es que para que la producción en cadena sea posible es necesario definir un producto que muchísimas personas puedan desear. Si sólo una persona quisiera un determinado producto no tendría sentido fabricarlo por millones de unidades. Ya lo dijo el célebre (por esto y por alguna que otra animalada) señor Ford, y esto sí que es mérito suyo, "Los clientes pueden pedir cualquier color para su coche, siempre que este sea negro". La unificación de las características de un producto es la base que permite el abaratamiento de costes que conlleva la producción en cadena, ya que ésta no sería posible si todas las unidades no tuviesen una base común. Si queremos hacer mil cosas diferentes da igual la cantidad de pasos en los que dividamos su proceso de producción, va a costar lo mismo hacerlos de uno en uno que en cadena. Esta es la fortaleza, pero también el punto más debil de la idea de la producción en masa. Un error en la decisión de las especificaciones de un producto puede llevar a una gran empresa a la quiebra.

A lo largo de los años tanto la tecnología como la preparación de los trabajadores han ido mejorando progresivamente pero ninguna de estas premisas ha cambiado. Y esto es lo que está a punto de ocurrir. La aparición del software en las últimas décadas del siglo XX ha creado una nueva actitud en los consumidores, de forma que aunque el producto que yo me compro sea exactamente igual al que compra mi vecino, el uso que le doy puede ser completamente distinto. Y esta tendencia ha llegado al extremo con los teléfonos inteligentes, puesto que si nos fijamos casi no hay diferencia entre un teléfono y otro, todos son pantallas rectangulares de mayor o menor tamaño. Es más, se ha llegado al extremo de dar denominaciones de producto distintas a cosas exactamente iguales pero con distinto tamaño ¿Cuál es la diferencia real entre una tableta y un teléfono?¿Y un phablet :)?¿Alguna aparte del tamaño? Pues me temo que no. Ese ha sido el último gol por la escuadra que nos ha colado el señor Jobs.

Pero sin duda el mayor avance que se ha producido en todo este tiempo ha sido en los medios de producción y es lo que hará posible un salto cualitativo en los próximos años. Mientras la industria de consumo se afanaba en abaratar sus productos a costa de las condiciones de trabajo y basaba su beneficio en la existencia de grandes masas de trabajadores en condiciones de semi-esclavitud, hay otro tipo de industrias que ha centrado su desarrollo en la fabricación de dispositivos totalmente a medida, con tiradas de pocas unidades y centrando su valor en diferenciación y calidad. Solo hay una forma de conseguir esto de una forma asequible y es automatizando casi completamente el proceso de fabricación y en gran medida el de diseño. Máquinas fabricadas por máquinas y diseñadas por personal altamente cualificado.

Y la culminación de la automatización de procesos de producción es la llegada de las impresoras 3D de bajo coste, que está a punto de alcanzar el uso masivo. Estos equipos son auténticas fábricas en miniatura que en pocos años serán capaces de producir casi cualquier cosa, desde simples adornos hasta equipos electrónicos pasando por armas, ropa o incluso comida. El último producto que se fabrique en masa será un dispositivo capaz de fabricar otras cosas. Si lo analizamos a fondo es justo la conclusión lógica de toda esta evolución. Que otra cosa se ajusta mejor a la producción en cadena que una única herramienta que puede generar una infinita variedad de otros productos basándose en piezas estándar que simplemente aportan los materiales necesarios (llamémosles "cartuchos" por analogía con las impresoras actuales). Aunque claro, solo será fabricada en masa la primera generación, puesto que las siguientes se fabricarán a si mismas. Tal vez sea por eso que la evolución de las impresoras 3D viene de la mano de aficionados o pequeñas start-ups y no desde las grandes marcas de electrónica de consumo. Simplemente tienen miedo de que esta tecnología acabe con su negocio, que al fin y al cabo no es otro que la capacidad de producir cantidades ingentes de productos iguales. 

Pero bueno, hasta aquí no he dicho nada revolucionario, solo he llevado las cosas al extremo y llegado a la conclusión de que todas nuestras necesidades podrían llegar a satisfacerse con un único producto... pero eso no nos ofrece demasiadas ventajas, ¿Dónde está la gracia? Pues es fácil ver el siguiente paso, la disponibilidad de una tecnología que permita a cualquier persona fabricarse casi cualquier cosa en su propio hogar permitirá por fin romper la premisa de la economía de escala. Si cada usuario puede fabricarse sus propias herramientas, entretenimientos o incluso sustento, ya no hay necesidad de que todos usemos el mismo patrón. Cada producto podrá adaptarse a cada persona, y si ahora hay 10 modelos de un mismo equipo, en ese momento habrá tantos modelos como usuarios. Cada cual podrá adaptar los productos a sus necesidades exactas (siempre y cuando los diseños sean abiertos, claro) y esa es la gran ventaja que hará triunfar la tecnología de la impresión 3D.

Esta técnica que podríamos denominar de micro-fabricación, por contraposición a la fabricación en masa, nos abrirá un mundo completamente nuevo de productos, ahora imposibles salvo tal vez para unos pocos privilegiados, que se ajustarán a nuestras necesidades exactas. Ya se están haciendo en medicina experimentos de impresión de partes protésicas adaptadas a la forma específica del cuerpo y los traumas de cada paciente, pero podemos llegar más allá, hasta los productos de consumo hechos a medida. Imagínate unos cascos que se adaptan exactamente a la forma de tus oídos, generando una comodidad y una calidad de sonido inalcanzables hoy en día. Ropa que se adapta exactamente a la forma de tu cuerpo, sin sobrantes, sin tiranteces, cualquier modelo exactamente a tu medida. ¿O que tal una silla para tu despacho hecha exactamente con la forma del arco de tu columna? ¿Será el fin de los dolores de espalda?

Hay muchas e interesantes implicaciones en esta tendencia pero sin duda la más importante es económica. A medio plazo desaparecerá completamente la necesidad de grandes masas de trabajadores sin especialización, ya que la producción en masa será cosa del pasado y el único valor que realmente podremos ofrecer a nuestros semejantes será la creatividad. Será nuestra habilidad para crear nuevos productos o nuevas adaptaciones de productos existentes lo que ofrezcamos al mercado de trabajo y no simplemente nuestro tiempo o fuerza bruta como hacíamos hasta ahora. El proceso de fabricación dejará de tener valor y será exclusivamente el diseño del producto lo que tenga importancia. En cierta forma esto ya es así a día de hoy, pero por desgracia la economía de escala aún es crucial, y aunque no sea importante donde se realice el proceso de fabricación, sí que lo es el hecho de ser capaz de aglutinar un volumen de ventas suficiente como para poder rentabilizar un proceso de diseño muy costoso. Si las aplicaciones móviles han demostrado que cualquiera puede hacer software y ganar dinero con ello desde su casa, las impresoras 3D harán que cualquiera pueda diseñar productos.

Esta tendencia cobra especial interés en un lugar como el país en el que vivo, España, que atraviesa una crisis que afecta a la sociedad hasta sus cimientos. Con tasas de desempleo estratosféricas la tentación política de abaratar el coste de la mano de obra y conseguir inversión extranjera para establecer aquí plantas de producción es muy grande, pero ya es demasiado tarde para esa solución. El modelo productivo ya está cambiando y tomar esa dirección, además de complicado, es garantía de fracaso. Aunque consiguiésemos iniciar ese proceso, nunca llegaría completarse, ya que el mercado cambiará a nivel mundial mucho antes de finalizar ese camino y estaremos de nuevo donde empezamos pero con una cantidad tremenda de recursos desperdiciados y tiempo perdido. Cuando realmente tenemos la oportunidad de empezar con ventaja, sin nada que perder. En fin, espero que si alguien importante me lee tenga en consideración estas pinceladas de lo que nos depara el futuro del diseño y fabricación de productos. Señores importantes, dediquen sus recursos a fomentar la creatividad de sus ciudadanos y el resto vendrá por si mismo.


Pablo Rodiz Obaya, diseñador de productos

4 comentarios:

  1. Interesante reflexión, Pablo
    Yo no soy un señor importante, pero si lo fuera no sabría si sentirme inspirado o abrumado por la magnitud del cambio que planteas. Lo que sí está claro es que el cambio está llegando (tardará más o menos tiempo) y si consiguiésemos llegar de los primeros sería muy beneficioso.

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    1. Pues la receta es bien sencilla, mejorar educación en lo posible y facilitar de verdad el emprendimiento. Por favor, que la OCDE dice que tenemos los peores resultados educativos de Europa, y el Banco Mundial nos sitúa no ya a la cola de Europa, si no por detrás de El Congo o Zimbawe en la facilidad para la creación de una empresa.

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    2. Ya, en lo de las facilidades a emprendedores sí que lo veo en mi día a día. Ser autónomo es un acto de valor hoy en día

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  2. Como casi siempre ocurre la realidad ya ha superado mis expectativas, hay ya una empresa china y otra holandesa que están experimentando con impresoras 3D en el sector de la construcción http://es.paperblog.com/en-china-ya-es-posible-imprimir-casas-en-24-horas-2575882/
    Si alguien estaba esperando a que acabe la crisis para recuperar su trabajo en el sector de la construcción que se vaya olvidando, porque la impresión 3D ya está revolucionando un sector caracterizado tradicionalmente por emplear gran cantidad de mano de obra.

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